Primera Parte
María Fals
Fors. M.A Historiadora del Arte. Crítica de Arte
Iris Pérez juega con flores de cerámica, con pedazos de madera, pinceles y muñecas para pintar, desde un espontáneo bizcocho de cumpleaños, hasta construir la cruz de los misterios en la cumbre del Santo Cerro.
Firme y flexible como tronco de bambú, sus facetas son variadas: artista plástica que disfruta el arte público y el contacto con su pueblo, activista social, protectora de artistas emergentes, maestra, luz y búsqueda eterna.
Respondió hace mucho tiempo las preguntas básicas de quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos: sabe perfectamente quién es y su valor como artista y ser humano, representa con orgullo sus orígenes de mezcla de razas; de Caribe dorado y optimista, va siempre hacia adelante como portadora de esperanza, en Guachupita, en INTEC y en la UASD, en la ENAV con sus alumnos y colegas, en Azua y Baní trabajando con los maestros de educación artística, en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo, en diferentes continentes y universos.
Iris es la misma y es diversa. No es la artista que se refugia en su torre de marfil, rodeada de un mundo selecto de elegidos, no es
la que exhibe lo que es y lo que hace para recibir huecas alabanzas, sino que su accionar brilla sin buscarlo, con la mágica ingenuidad de una niña ya crecida. Rinde homenaje de amor a sus maestros Lepe y Domingo Liz, retorna a su UASD de estudiante a tomar un café junto a sus amigos en el Cafecito de Plástica y viaja, y construye y se transforma, sin diluir su espíritu en vanidades color de rosa.
La madera, la cerámica, los objetos encontrados, el vitral, el papier maché, “La Anatomía del Ser”, las “Conexiones radiales” y las “Urdimbres” los “Bosques Místicos” pueblan su mundo.
La plaza de las Banderas, la Feria y los barrios han sido la sede de su arte de compromiso social con las mejores causas, de su criterio de que nada humano es ajeno al artista que vibra, que sueña, que es una mano tendida y una voluntad firme en la construcción de un mundo de justicia y equidad, donde todos tengan algo que aportar y que sentir. Su escudo es el amor, sus armas sus creaciones y la intensidad de sus líneas y colores, su propio cuerpo en acciones plásticas y el mensaje de optimismo y alegría en medio de tanta incertidumbre.
A una mujer que ama tanto al ser humano, a la naturaleza y a la libertad, no se ha sido nada fácil esconderse tras ventanas y paredes de miedo en estos tiempos del COVID 19. Necesita conversar expresarse, escuchar el sonido de las voces del mundo y de su gente, transformar para bien lo que existe más allá de dónde nos ordenan quedarnos, y entonces dialoga desde el encierro con otros artistas, con otras epistemes y semánticas.
Sus Diálogos desde el encierro se han venido produciendo a través de un Blog del mismo nombre, donde ha intercambiado propuestas y conceptos con Mariojosé Ángeles, Jhonny Bonnelly e Ingrid Luciano. Ha compartido espacios de reflexión en la virtualidad con la escritora Ángela Hernández, con Elizabeth Neira, con el artista Marcelo Ferder, con nuestro poeta Mateo Morrison, entre tanta gente, preguntándoles cómo han asumido la cuarentena, sus dudas, esperanzas, su visión del mundo
y sus proyecciones futuras.
Con ella puedo sentarme a dialogar también ahora desde mi propio encierro, en un día muy personal, en que el mundo me parece más árido que otras veces. Logrando vencer la desidia y el cansancio, a través de las teclas de esta Lenovo, amiga a veces caprichosa, me siento a hablar de arte y a conectar con Iris y las campanas amarillas de su accionar en este tiempo y espacio tan
complejo.
¿Cómo fueron tus inicios en el arte?
Pienso que debajo de una mesa en la casa de mis padres, siendo muy niña, donde crecí escuchando las historias familiares de lucha y revolución, marcadas por la época. Siempre digo que esta inquietud vino conmigo, y con el tiempo sólo se ha ido develando, como también han quedado marcados los registros de esas historias familiares esenciales para mi vida. Debajo de esa mesa, primero en Capotillo, porque hasta los 6 años vivimos allí, inmediatamente tuve un lápiz en la mano, me la pasaba dibujando y rayando.
Realmente no tengo certeza de cuando inicio en el arte, porque en la escuela primaria ya compartía mis dibujos con los compañeros de clase. Algunos, hoy adultos, me lo han recordado cuando hemos conversado.
Pero sí tengo la certeza de que la segunda culpable fue la geometría, porque me enviaron a Junio por reprobarla en bachillerato, (una historia de acoso del profesor de geometría, un tema recurrente en la historia de muchas adolescentes, que en ese momento pude enfrentar y salir ilesa). Recuerdo que me ponía a estudiar en una pizarra que tenía en el balcón de mi casa en la Villa Olímpica de la Zona Oriental, donde cada cierto tiempo se me olvidaba la geometría y llenaba la pizarra de dibujos. Esto hizo que un vecino que conocía la Escuela de Bellas Artes me hablara de ella y me recomendó que me inscribiera. Allí reinicia la historia,
allí cambié el suelo de mi balcón, la mesa que me servía de casa para mis primeras experimentaciones infantiles y de adolescencia, por las aulas de la Escuela Nacional de Bellas Artes, en 1986 y, paralelamente, la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
A partir de allí, fue descubrir todo lo nuevo que se me develaba; primero el conocimiento técnico, por ser una escuela vocacional, que geográficamente habita en la Zona Colonial, por lo que era común visitar las exhibiciones y espacios patrimoniales: Casa de Bastidas, CCE, Casa de Teatro, Museo de las Casas Reales, entre otros espacios donde comencé a compartir con las obras de los creadores dominicanos y los extranjeros que exhibían en esa época, hasta que técnicamente llegué al grabado, en el segundo año de escuela, con los maestros Rosa Tavárez y Micky Vicioso.
Este medio me da la oportunidad de explorar la creatividad como no lo había hecho antes y mis primeras experimentaciones creativas nacen allí. Continúan con los estudios de ultimo año con los maestros Leopoldo Pérez, en pintura y Domingo Liz en escultura. Y luego la cerámica, pero eso ya es otra historia. A partir de ahí comienzan mis participaciones en muestras colectivas, bienales, hasta que en 1993 realizo mi primera muestra individual, en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
¿Por qué prefieres técnicas mixtas?
En mis creaciones, las técnicas mixtas vienen marcadas por la multidisciplinaridad que caracteriza mi proceso. Cuando pinto o dibujo, con los materiales acrílicos y óleo, suelo también utilizar lápices o carbones, dependiendo de la disciplina.
Por ejemplo, la cerámica, donde el proceso es totalmente alquímico y nace de la conjunción de los cuatro elementos de la naturaleza. Ahí tienes la oportunidad de realizar la pieza sólo modelada y bizcochada, pero también enriquecerla con los distintos esmaltes, óxidos, temperaturas en el horno, distintos tipos de arcilla, con las fusiones y mezclas. Teniendo como cómplice el fuego, se hace la magia.
Entonces esa particularidad de generalmente trabajar con técnicas mixtas la llevo a las instalaciones, esculturas, acciones performáticas y todos los medios donde mi voz desee materializarse.
¿Dime qué significó para ti el proceso de creación de la escultura monumental en Santo Cerro?
No sé si podría resumir este proceso en pocas palabras, ya que fue muy intenso y sobrecogedor, de experiencias y aprendizajes en el camino, descubrimientos, espiritualidad y practicidad. Tuve que retirarme de todo, sólo enfocarme en la realización de la obra y
buscar sus soluciones matéricas y prácticas para su terminación, sin perder la impronta creativa y espiritual. También hubo problemas, como en todo, pero lo importante es que está allí, en la montaña de Santo Cerro, y se titula “Luz del Mundo”.
Conté con un equipo de personas que trabajaron conmigo, hasta llegar a la realización final, utilizando materiales generales como hormigón armado, cerámica modelada y esmaltada, aluminio y acero inoxidable, resina plástica, granito, mica acrílica, así como el sistema de iluminación de la obra.
Esta obra está compuesta por símbolos Cristianos y Marianos, por una cruz, un pez que es la escalinata, un rosario gigante que se ilumina en las noches, y nueve bases que componen una novena.
Fue una de las experiencias creativas más importantes que he vivido, donde puse a dialogar distintos medios y materiales, con el fin de crear una obra bellamente estética y de conexión para el peregrino que llega, y para las personas que, a la distancia, por medio de las luces, puede visibilizarla.
¿Qué papel ha desempeñado la mujer dentro de la plástica dominicana? ¿Ha sido suficientemente reconocido?
Ha sido fundamental, a través de la breve historia que nos toca. La mujer ha ido evolucionando a la par con su tiempo. Desde nuestras predecesoras Adriana Billini, Celeste Woss y Gil, Clara Ledesma, Delia Weber, mujeres valiosas que han defendido su proceso creador y lenguaje, pero que a la vez han sabido multiplicar en muchas etapas de su vida, dejando su impronta a maestras como Marianela Jiménez, Soucy de Pellerano, Rosa Tavárez, Elsa Núñez, Ada Balcácer, Eridania Mir…, con algunas de ellas tuve la oportunidad de estar en sus aulas como alumna o en la vida y me inyectaron parte de esa energía vital de la radialidad que debe acompañar a las mujeres en cualquier disciplina. Como mujeres, tenemos la capacidad de desdoblarnos y atender distintos frentes con pasión, amor, entrega, organización y honestidad.
También han existido creadoras contemporáneas que a pesar de su juventud ya no están, pero que han dejado un legado, como Belkis Ramírez y otras colegas con las que convivo en la actualidad, al visitar sus muestras o encontrarme con sus obras en las redes, o compartir de manera personal en sus estudios. Son mujeres de las que no sólo admiro su evolución, actualidad, y proyección nacional e internacional, sino su militancia al mantener abierto con su obra un diálogo combativo contra las situaciones que nos afectan a diario.
Aunque no creo que hayan sido suficientemente reconocidas, por lo menos las obras de las creadoras fundamentales deberían conocerse no sólo a nivel local, sino internacional. No se han creado las estructuras de proyección para lograrlo. Algunas creadoras más jóvenes, emigrantes o educadas fuera del país, sí están teniendo esa proyección, pero no es una labor que se ha hecho desde la República Dominicana.
La conversación fue pausada. Decidimos que había aún mucho que decir y compartir, que habría un segundo momento para contar la vida de una artista y de sus sueños. Muchas cosas han quedado en el tintero, del papel del arte, de la crítica, de lo que espera más allá de la barrera de los miedos. Para esto tendremos un nuevo domingo, una nueva oportunidad para romper a dialogar desde el encierro.