María de las Nieves Fals Fors. M.A
Historiadora del Arte. Crítica de Arte
Nércido Beltré es un joven artista plástico dominicano. Se graduó en la Escuela Nacional de Artes Visuales en el 2019. Las enseñanzas de sus maestros, entre ellos Iris Pérez y Miguel Valenzuela, así como su talento innato, lo ayudaron en el camino de encontrar su sendero personal en ese bosque iluminado que es el país de Nunca Jamás.
Amante del retrato y de la figura humana, en su obra se percibe la influencia de un hiperrealismo sui géneris, con uso de colores arbitrarios, onirismo, geometrización y cierta deformación expresionista.
En cuanto a los temas, predomina el retrato, la figura humana y el paisaje. Sus metáforas nos cuentan historias familiares, reflexiones personales en torno a la vida, a la sociedad y al tema ambientalista. Entre sus técnicas trabaja el óleo, el acrílico y la pintura mural con igual destreza, haciendo un equilibro entre la línea y el color, con texturas preferentemente planas y una terminación impecable que nos atrapa y nos envuelve en su magia formal y conceptual.
Este creador, reflexivo y profundo, nos transmite a través de un lenguaje riguroso, propio de un artista experimentado, sus dudas existenciales en la Serie Máquinas Humanas, donde trabaja la sensible temática de la deshumanización, de la objetualización de las personas y de la pérdida de su esencia espiritual a manos de la tecnología.
Devela así engendros que se esconden detrás de las máscaras del rostro y de la piel, denunciando robots que repiten la rutina del pensar y del hacer, en un ambiente lleno de engranajes en el que triunfan o están presos un niño y una flor.
En su mundo de caballos y de flores, de payasos y mujeres, de arandelas y paisajes, de demonios y utopías, el color es un matrimonio con la línea curva, bien trazada. Ambos nos trasladan a un espacio atemporal y al mismo tiempo cercano, donde mutan las personas, donde muere y renace la conciencia como ave fénix en medio del vacío existencial.
La verde piel de la esperanza se deshace en manos de una figura de mujer, y una dama cabizbaja, sentada en el suelo, carente de rostro, nos espera a la vuelta de la esquina en medio de la confusión y del hastío.
En su autorretrato, los labios cerrados con un zíper en medio de las máquinas, nos hablan de incomunicación, de incomprensiones, de dolor no confesado. Sin embargo, los ojos de esa cara nos dicen lo que la boca no puede, su mirada dialoga con nosotros, con nuestros miedos, con nuestros silencios, con nuestras máquinas insensibles y ocultas, con la herrumbre de oxidadas armaduras que no podemos o no queremos romper.
Entonces, al Nércido del cuadro se le escapa de la cabeza agujereada, un hombrecito violeta que baila con nosotros y que nos hace felices en medio de su danza ritual.
En otra obra, una figura de espaldas le da el frente al sol y a una playa rodeada de acantilados. Así nos invita a proseguir como el poeta, haciendo “estelas en la mar”, llevando el libro de los misterios a todo el que desee leerlo, con su lema escrito en la contraportada:” es la fe en ti mismo y en tus sueños, lo que te hará trascender”.
El Quijote de otra ventana al paraíso, semidormido a la espera de ese amanecer que persigue eternamente, es vigilado de lejos por un Sancho de colores neutros.
Mientras, un Rocinante de blanca pureza lo acompaña a luchar contra las aspas del molino azul de la tristeza, del “no se puede” y la desidia ¡Cuánto me dicen los símbolos de este artista del sentir!
El 27 de marzo de 2020, en los salones recién remodelados del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos, Nércido Beltré, lleno de inquietudes, de fuerza, de arte y de energía vital, con mucho que aportar al presente y futuro de las artes plásticas dominicanas, hará a las 7.00 de la noche su exposición individual “El descanso de la esperanza”.
En ella conversará silenciosamente con cada uno de los espectadores preguntando qué queremos, qué hacemos, qué podemos aportar al mundo que habitamos, qué tenemos bajo la piel y la carne, además de cotidianidad. Son preguntas que la belleza y los buenos propósitos nos llevarán a responder con nuestro diario quehacer.
Estamos invitados a disfrutar de ese encuentro de preguntas, de respuestas, de amor y de verdad, haciendo del arte y de sus signos el conjuro que nos libera y nos puede salvar.