Petra Saviñón Ferreras
La izquierda ha de estar siempre del lado de los oprimidos, de los que sufren, de esas clases empobrecidas, tan carentes de protección estatal y tan sobradas de atropellos de los poderosos. Es ese uno de los principios que sustentan esa ideología (aunque ahora nuevos términos indican que no es ideología, pero bueno.. es otro tema).
Sin embargo, de repente todo ha dado un giro tal que hace evaluar el comportamiento de personas, incluidos gobernantes que han enarbolado esa corriente, hecho el compromiso como bandera antes de asumir el poder pero después otro gallo les canta.
Así, su comportamiento deja mucho que reclamar porque pasan de criticar privilegios irritantes a beneficiarse y hasta a justificarlos.
Vivo ejemplo han sido los que han intentado perpetuarse en el poder, amparados en que el pueblo los necesita y de esa manera repiten y repiten gestiones, a costa incluso de la legalidad. Sí, América latina tiene casos muy frescos.
Citar a Evo Morales puede parecer llover sobre una tierra enfangada, más sus acciones lo hacen necesario. Declarar que no sabía cómo dejar el poder es un ejemplo de esa evolatría que lo desplomó y llegó aún a extremos como colocar a obras públicas su nombre y el de sus padres.
Venezuela igual es un caso mencionable, el comportamiento de su presidente, Nicolás Maduro, debe preocupar a los izquierdistas de verdad, a los auténticos, a los que siguen agarrados a los paradigmas que le dieron origen.
Este país no queda exento. Está por ejemplo el caso del diputado Fidel Santana, cuya entidad el Frente Amplio lo llevó al congreso en alianza con el Partido Revolucionario Moderno y desde su curul defendió sin ningún pudor las exenciones para compra de vehículos de lujo.
Igual siguen activistas sociales que enarbolan consignas de izquierda y defienden a una masa amorfa, lejana pero son incapaces del menor sacrificio por el próximo, el prójimo, ese que está a su lado y en cambio si pueden aplastarlo para emerger lo hacen sin pestañear.
O terminan como partidistas aliados a organizaciones tradicionales a las que siempre criticaron, como si usaran el activismo para crear un nombre al que sacarán provecho luego.
A ellos pareciera que escribió Frei Betto los nueve consejos de inicio de año para los militantes de izquierda.