Petra Saviñón Ferreras
De nuevo noticias sobre la desarticulación de una red de pornografía infantil en Puerto Plata.
Aunque las informaciones sobre desmantelamiento de ese tipo de organizaciones criminales llegan de muchas otras demarcaciones, es esta provincia la que inclinan la balanza en ese delito y en la explotación sexual de niños y adolescentes.
Una de las razones esgrimidas para que esa zona turística sea albergue de pedófilos y de otros degenerados que abusan de menores, es que la venden como un paraíso idóneo para esas actividades asqueantes.
Pero esto no viene solo en el catálogo, no. Los que compran esa versión también adquieren aquella otra de que en este país la dejadez y la complicidad van aliadas a la ineficiencia de la justicia, por lo que la impunidad será su manto protector.
Los casos son tan estremecedores, que incluso involucran a padres que alquilan a sus niñas a extranjeros, lo que los convierte en proxenetas de sus propias hijas.
Es hora de saber qué hacen las autoridades locales y nacionales, los empresarios turísticos, las entidades sociales para sacar a Puerto Plata de ese lodazal en el que lo han metido las bandas de trata y tráfico de personas.
Cuál es su plan de lucha contra los criminales que aprovechan la vulnerabilidad de los menores, su inmadurez, su pobreza económica para degradarlos de manera tan vil, tan inhumana.
Es el momento de darle a ese tema la importancia que requiere, de entender que daña a familias enteras y que por esto lancina a la sociedad.