Petra Saviñón Ferrera
El acoso escolar, ahora bullyng, siempre ha existido. No está en discusión. Lo que sí es discutible es que adultos minoricen ese grave problema con el manoseado argumento, aderezado con este otro de que es cosa de muchachos.
Es como decir que antes esas vejaciones no hacían daño, que es un mal viejo cuyos efectos apenas empiezan a impactar. Falso, muy falso.
Sus marcas no tienen nada que ver con este u otro tiempo, quedan a veces para siempre cuando la situación no es manejada con la importancia requerida.
Por eso, mucha gente mayor recuerda los momentos insufribles que vivió en la escuela. Atropellada por niños más grandes o de su misma edad, que actuaron solos o en grupo y de los que no supieron defenderse.
Unos ni siquiera lo contaron en sus casas para no ser objeto de burla de sus propios parientes, porque en ese que debía ser su refugio, no tenían el apoyo que necesitaban.
Otros tuvieron como ayuda la sugerencia de golpear a sus victimarios pero esto no resolvía. O fomentaba la agresividad porque el niño vejado pasaba a verdugo de sus ofensores y hasta de otros más débiles o quedaba como un cobarde porque temía hacer caso al consejo para evitar más agresiones.
Ahora, el país está subido en la ola de los que enfrentan esa retranca para el cuerpo y el alma. Las autoridades y entidades interesadas en contrarrestar los efectos del acoso trabajan campañas de concientización.
Ojalá que puedan entender que hay que cortar de raíz, en una acción que involucre a padres y docentes, porque resulta que progenitores afectados, en el afán de evitar repeticiones en sus hijos, de forma inconsciente aumentan la agresividad.
Pero ocurre incluso que profesores desinteresados por el tema o maltratadores han sido víctimas en su niñez y hasta en su vida adulta y peor dentro de los mismos planteles, de acuerdo con un estudio del Centro Profesional de Psicólogos Unidos.
Por tanto, la labor será más efectiva si estos factores son tomados en cuenta y los adultos vulnerados asumen que deben primero sanar sus heridas para frenar el dolor que acarrea el bullyng, que ya ha provocado suicidios en el país.