Petra Saviñón Ferreras
En segundo de primaria fue sacada de la escuela. Ni siquiera aprendió a leer y escribir. Solo después de que tuvo a sus tres hijos pudo alfabetizarse.
Terminó de criar sola a sus vástagos que hoy son adultos. Para eso trabajó y trabaja aun como empleada doméstica. Afronta vicisitudes cotidianas de la gente con ingresos aptos para magos.
Pero su coraje la mantiene de pie y la ayuda a seguir a flote en medio de todas las circunstancias.
Nadie que hable cinco minutos con esta mujer menuda y risueña puede ignorar que es una caja de sabiduría, de estrategias para el buen vivir.
Esa inteligencia pulida por los avatares y la paciencia adquirida de cuidar niños propios y ajenos y sobre todo de tener una especial, que aunque adulta de edad sigue en el mundo de los más puros, la convierte en la consejera perfecta, en el manual andante de la crianza basada sobre el respeto, la tolerancia y la ternura.
Hoy dejaré ventilarse un poco a los corruptos y al Gobierno, estoy segura de que ambos de una forma u otra han afectado a la protagonista de este artículo, pero su luz es los opaca.
-Siempre creo que la gente puede lograr lo que sea. Lo importante es hacérselo creer. Cuando obtengan un resultado distinto al esperado decirles lo hiciste bien y lo harás mejor- Esa táctica, ese hacer creer a los chicos en ellos mismos le funciona con los suyos y con los que cuida.
La fe, inculcar que con persistencia y con errores es posible triunfar. Sí, con esos yerros que nos reenfocan para empezar de nuevo, son los aliados de esta tesonera mujer a la que hoy me enorgullece dedicar estas líneas y a la que me es difícil seguir el paso.