La clínica es «reprogramar» a los jóvenes para que puedan reconstruir su relación con la tecnología y reaproximarse a sus familiares, estudios, amigos y tareas «offline».
En los últimos cinco años, a medida que se amplió el uso de teléfonos móviles con acceso a internet, surgieron decenas de clínicas de rehabilitación en las inmediaciones de megaempresas como Facebook, Twitter, Apple y Google en Silicon Valley.
Las mismas ofrecen tratamientos específicos para jóvenes que pasan hasta 20 horas diarias con la vista en su celular.
Es el caso de Paradigm, una mansión cercada por jardines y cámaras de seguridad en el punto más alto de una colina, a unos 30 km de San Francisco.
La clínica acoge a niños y adolescentes, de entre 12 y 18 años, internados por los padres para dejar la adicción por internet.
Oficialmente, la clínica está situada en una ciudad vecina de San Francisco, llamada San Rafael.
Sin placas de identificación y solo accesible en coche, Paradigm hospeda solo a ocho jóvenes simultáneamente, en internamientos forzosas que duran una media de 45 días, pudiendo llegar hasta los 60 dependiendo del grado de dependencia y factores asociados como la depresión, la ansiedad y la agresividad.
La tarifa impresiona tanto como los lujosos salones y la bañera de hidromasaje con vistas a la bahía: US$1.633 por noche.
Dentro de la mansión, los teléfonos móviles, computadoras portátiles y tabletas están prohibidos.
El acceso a las computadoras, por su parte, está limitado a las aulas de refuerzo escolar, en las cuales el acceso a las redes sociales, aplicaciones de mensajería instantánea y pornografía está bloqueado. Y su uso es monitoreado de cerca por profesores y psicólogos.
Con horarios fijados para levantarse, estudiar, comer y participar en una batería de terapias colectivas e individuales, la promesa de la clínica es «reprogramar» a los jóvenes para que puedan reconstruir su relación con la tecnología y reaproximarse a sus familiares, estudios, amigos y tareas «offline».
«Nosotros los desconectamos. Esa es la regla», resume Danielle Kovac, directora de la clínica.
«Yo diría que es un período de ajuste para los niños. Lo mejor es escuchar a muchos diciendo al final del tratamiento: ‘Gracias, al no permitir que siguiese con mi teléfono o en redes sociales en una computadora, fui capaz de concentrarme realmente en mí».