César Medina
Siento gran admiración por Franklin Mirabal como cronista deportivo: es desenfadado, atrevido y resuelto, pero también es profundo en el análisis, en la descripción del detalle narrativo, en el juicio acabado sobre jugadas y actuaciones que escapan de su agrado o interés particularÖ
Ö Por eso no acabo de entender de dónde le ha salido tanta desfachatez para hacer sentir tan mal a los fanáticos de la pelota que no simpatizan con el equipo que lo contrató como miembro de su cadena de narración, los Tigres del Licey. Porque una cosa es el gracejo deportivo y otra muy diferente la burla desenfadada a los fanáticos contrarios.
Si él, Franklin, quisiera ver una prueba muy cercana a ese tipo de narración respetuosa– sirviendo a su equipo sin maltratar al contrario–, sólo tiene que mirar un poquito para su lado y valorar el trabajo que hacen los miembros de la transmisión del Licey que le preceden en cabina de televisión por Telemicro: Roosevelt Comarazamy y Bienvenido Rojas.
Ambos tienen muchos años sirviendo a la Cadena Azul y todos los fanáticos de la pelota dominicana, sin importar su simpatía– porque “a fin de cuentas la pelota no es más que un juego”–, sienten gran respeto y admiración por su trabajo, sin que haya ninguna razón, fuera de la crítica común del play, que pueda desdecir de su narración profesional.
Jamás se les escucha infravalorar a los peloteros ni a los directivos de los equipos contrarios ni burlarse del resto de los mortalesÖ Aún cuando celebran, como es normal, las buenas jugadas del equipo que les paga por su trabajo.
… Sigo la pelota desde NY
Desde que llegué a Nueva York para mi tratamiento médico, sigo la pelota dominicana casi con la misma pasión con que estuve conectado con los juegos de campeonato y la Serie Mundial de las Grandes Ligas. A fin de cuentas, desde un reposo médico en casa hay pocas cosas más entretenidas qué hacer…
… Pero para ara ver la pelota dominicana tuve que pagar una suscripción a un sistema de cable que ofrece el servicio. Eso quiere decir que para ver a Franklin Mirabal con sus pelambres tengo que pagar por cada palabra que él pronuncie así sea contra el equipo de mi simpatía, que es el Escogido. Me molesta pagar para escuchar que se burlen de mí, de forma indirecta, pero burlas al fin.
Y como admiro tanto a Franklin y celebré cuando el Licey lo designó miembro de su staff de narradores– porque bueno sí es, el “condenao”–, lo mejor que le puedo pedir es que respete al resto de los fanáticos que no somos liceístas…
¿… Qué la pizarra se ve bonitaÖ? Siempre dependerá del que esté arriba. ¡Pero eso cambia tanto de color como la política!
¡Socorro, auxilio, help!
¿Habrase visto en la historia deportiva dominicana narración más latosa– insoportable, cansona, repetitiva–, que los juegos de pelota transmitidos por la cadena de las Águilas Cibaeñas?… Nada se le compara cuando se trata de exhibir tan mal gusto en una actividad que se supone recreativa.
La sobreventa de menciones publicitarias hacen que los oyentes terminen odiando a los anunciantes y aborreciendo a los locutores de tan infames lecturas: los comerciales atropellan la narración de las jugadas, y vale más “la grúa de la familia Modesto” que el taponero sustituto que entra en el noveno con las bases llenas, el juego empatado y dos outs.
¿Y qué decir del estribillo del narrador principal y la respuesta comercial que le sigue de inmediato?: “Ö El bateador tiene el agua al cuello ¿sabrá nadar?” Y el otro le responde: ¡No se ponche, para un embarazo indeseado (o algo parecido) tome EvitalÖ Creo se trata de un anticonceptivo.
Así sigue una narración comercial donde se menciona de todo menos lo que está pasando en el play…
¡Y tengo que pagar en dólares para eso…!